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Jugando al futbol con Pablo Escobar

Oscar Pareja, DT del Colorado Rapids, alguna vez jugó un partido con el narcotraficante Pablo Escobar. Winslow Townson/Getty Images

Si quieres hacer reír a Oscar Pareja, dile que él va a dirigir un partido "tenso" este fin de semana para los Colorado Rapids en la MLS.

Pareja sabe de lo que la tensión se trata, y tú no estarías a 10 estadios de distancia de ello.

Oscar Pareja era la estrella y el capitán del Independiente Medellín de Colombia hace 20 años, cuando el zar asesino del narcotráfico Pablo Escobar aterrorizaba al país.

Un día de 1991, Pareja recibió un mensaje. Escobar quería que él y seis de sus compañeros de Independiente fueran a La Catedral, la lujosa prisión construida por el gobierno en la que Escobar residía, para jugar un partido de fútbol. Pero Escobar no sería un mero espectador. Estaría jugando contra ellos.

Lo que sucedió después, Pareja no lo ha compartido jamás con ninguno de sus tres hijos, ni ninguno de sus jugadores o con los periodistas.

Él fue. Tenía que hacerlo. Rechazar la invitación de Escobar hubiese sido el equivalente a firmar su certificado de muerte. Escobar había ordenado el asesinato de miles –capitanes de la policía, dueños de negocios y jueces. El año anterior él había ordenado la ejecución de nada más ni nada menos que tres candidatos a presidente de Colombia por no ver las cosas de la misma manera que él.

Así que Pareja dijo que sí, a pesar de que era en el medio de la temporada. "El técnico dijo que la práctica estaba cancelada", recuerda Pareja, quien ahora tiene 43 años. "¿Qué más podía hacer? Para todo lo que sabíamos, estábamos adueñados en parte por él (Escobar)".

La Catedral se imponía sobre Medellín como el Olimpo. Se ubicaba en una montaña y era lujosa – con jacuzzis, un gimnasio y una cancha de fútbol completamente iluminada. Escobar siguió manejando su negocio de la cocaína que valía billones de dólares desde allí.

Pareja y sus compañeros fueron acompañados hacia una sala donde se sentaron y esperaron, nerviosamente, al hombre más sangriento de la historia de Colombia.

"Había sillones muy lindos allí dentro", recuerda Pareja. "Y televisores. Y nos daban bocadillos para comer. Y luego un montón de guardaespaldas ingresaron a la sala, y luego (Escobar). Y me hizo pensar '¿Quién, exactamente, es el prisionero aquí hoy?".
Escobar, quien en ese entonces tenía 42 años, se sentó en el sillón al lado de Pareja. Él trató a Pareja como un dios que venía de visita, llamándolo por su apodo, El Guapo.
"No puedo olvidar ese día", dijo Pareja, 20 años más joven que su huésped. "Él se sentó al lado mío y habló sobre (fútbol) con gran pasión y conocimiento por una hora. Él lo sabía todo. Él me dijo "¿Por qué le gritas tanto a los réferis, Guapo? Nosotros les pagamos. Esto no hace bien".

Los jugadores fueron eventualmente llevados a la cancha de fútbol de la prisión, la cual estaba iluminada por la noche. Escobar salió en pantalones jogging y jugó de mediocampista por la izquierda, "a pesar de que era diestro".

Carlos Álvarez, compañero de Pareja, era el encargado de marcarlo, un trabajo más que delicado. Márcalo demasiado suavemente y Escobar se sentiría ofendido. Márcalo demasiado de cerca y Escobar se sentiría humillado. De cualquier manera, podría ser su cuello el que estaba en juego.

"No me pegues patadas", Escobar le dijo a Álvarez con una sonrisa. "porque si lo haces, te quedarás aquí con nosotros".

"Carlos solo actuaba como que lo marcaba", recuerda Pareja. "Él no le quitó el balón ni una sola vez".

Había un solo árbitro – Escobar.

"La verdad que sabía jugar bastante bien", dijo Pareja. "Sus guardias también".

El partido duró una hora y media. Los profesionales ganaron, pero el partido permaneció bastante cercano en el marcador.

Ellos fueron agradecidos y llevados hacia afuera. Ellos volvieron a ser invitados para jugar otro partido, también ganado por los profesionales, y sin derrame de sangre.

"Lo recuerdo ahora y considero todas las cosas que nos podrían haber sucedido dentro de esas paredes", dice Pareja. "No había policía. Ni control. Cualquier cosa pudo haber sucedido. Pero no sucedió".

Pero si pasaría lo suficientemente pronto. Al año siguiente, Escobar llamó a cuatro de sus tenientes top a La Catedral, donde fueron torturados y asesinados. Eso provocó que el gobierno colombiano insista que Escobar sea trasladado a una prisión normal. En vez de eso, Escobar escapó.

"No me sorprende", recuerda Pareja. "Todos los guardias eran su gente. Me parecía que tenía acceso fácil a cualquier lugar al que quisiera ir".

El 2 de diciembre de 1993, el ahora fugitivo Escobar estaba escapando en el techo de un vecindario de Medellín, hablando con su hijo por celular, cuando murió tras ser disparado por la Policía Nacional de Colombia. Ellos dicen que llevaba puestos botines de fútbol.

Uno de los compañeros de Pareja durante sus días en Independiente se involucró con el narcotráfico y también terminó muerto. Otro compañero de Pareja en la Selección de Colombia, Andrés Escobar (no hay relación), fue asesinado en 1994 por narcotraficantes tras convertir un gol en contra ante Estados Unidos en el partido que eliminó a Colombia del Mundial.

Pareja, sin embargo, hizo su propio escape. Eventualmente firmó con el Dallas Burn de la MLS, donde él fue estrella y luego dirigió. Asumió como D.T. de los Rapids en enero.
20 años han pasado desde esos días, y aun así todavía lo ahuyentan.

"Éramos inmunes a lo que sucedía a nuestro alrededor", admite. "No sabíamos... Ganábamos un partido y de repente había unos 8000 dólares adicionales para nosotros. ¿De quién? Nosotros no sabíamos, nosotros no preguntamos... Me senté en un sillón al lado de un hombre que le hizo tanto, pero tanto daño a mi país. Me senté con el... éramos tan ingenuos".

Algún día, cuando se termine su carrera en la MLS, Pareja quiere regresar a Medellín y ayudar a su padre con el ganado en el rancho.

"Quiero llevar a mis amigos estadounidenses y mostrarles 'este es el país que quiero que veas. No somos drogas y asesinos. Somos buena gente de un lugar hermoso. Los días malos se han acabado".